La violencia sexual se acentúa cuando se da en condiciones de pobreza contra niños porque los pequeños tienen menos elementos para hacerle frente, señaló la académica de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, Araceli Suárez Herrera.
La especialista indicó que en países como México, no existen instituciones que realicen registros o estudios de alcance nacional que permitan calcular la dimensión y características del maltrato infantil, ni siquiera se sabe cuántos casos se dan en total.
Además, señaló que no se cuenta con leyes que establezcan la obligación de reportar los hechos en los que se presuma la presencia de agravio contra un menor.
El Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), uno de los pocos organismos que realiza este tipo de estudios, calculó que en 2004 se atendieron mil 397 casos de abuso sexual en todo el país, señaló Suárez Herrera.
Los estados con mayor índice fueron Chiapas, 222; Yucatán, 192; Sinaloa, 116; Quintana Roo, 99; Estado de México registró 94, e Hidalgo 69, entre otros.
En ese mismo lapso, dijo, el 50.7 % de las violaciones denunciadas en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) correspondieron a menores de entre 12 y 17 años de edad.
En el 60 por ciento de los expedientes, abundó, los agresores eran conocidos o familiares de la víctima, y de ellos, el 85 por ciento eran del sexo masculino.
Suárez Herrera refirió que según datos de la Facultad de Psicología , el 55 por ciento de los casos atendidos en consulta clínica sufrieron agresiones sexuales en promedio a los seis años de edad, y el 86 por ciento de las víctimas fueron niñas.
En cuanto a los agresores, el 51 por ciento era familiar de la víctima. De ese total, 39 por ciento eran hermanos mayores; 26 por ciento tíos; 13 padres biológicos; siete por ciento padrastros; nueve por ciento primos, y seis por ciento, abuelos.
En entrevista para la UNAM, la especialista dijo que el abuso sexual de menores ocurre porque los agresores se percatan que los pequeños carecen de atención y afecto, ven la oportunidad de atacarlos.
"En el aspecto psicoemocional, el acoso se manifiesta en los menores como inseguridad y baja autoestima; sienten temor a denunciar. Experimentan miedo al contacto físico y desconfianza; suelen presentar una actitud sumisa, llanto sin motivo aparente, problemas para relacionarse y dificultad para aceptar elogios", detalló.
En ocasiones, se reflejan hasta la adolescencia o edad adulta, cuando se presentan dificultades para relacionarse con los demás, aguda depresión y, en casos más graves, intentos de suicidio.
No existen síntomas vinculados exclusivamente a las violaciones. Para detectar que un niño ha sido abusado sexualmente, existe una serie de señales de alerta, como la expresión explícita del ultraje, reiteró.
La experta recomendó hablar a los menores de sexo en forma clara y sencilla, así como enseñarlos a respetar su cuerpo y a exigir que los demás también lo hagan. También exhortó a denunciar los casos de abuso.
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