Dónde está la justicia cuando hemos sufrido abusos sexuales en la infancia?
Estoy de acuerdo con que la justicia tiene que funcionar y tiene que actuar contra el agresor, y si se endurecen las condenas mejor que mejor. Pero creo que esto puede funcionar sólo cuando se detecta un caso de abusos en el momento que se están produciendo.
En la mayoría de estos casos (sobretodo los intrafamiliares) el problema es que no salen a la luz en el momento y es muy difícil demostrar posteriormente, que realmente sucedió (creo que tiene que ser mínimo el número de casos en los que se ha podido demostrar a los años de haber sucedido).
Y no creo que sea conveniente el condenar a alguien sólo porque otro diga que esa persona abusó de un niño sin tener ninguna prueba de ello (que incluso detectándolo a tiempo seguramente será muy difícil demostrarlo con pruebas físicas).
Mucha gente se aprovecharía de ello y se condenaría a mucha gente inocente. Eso atentaría contra nuestra propia libertad. Y más hacia nosotros mismos, que mucha gente piensa que si hemos sufrido abusos en nuestra infancia muy probablemente nos convertiremos en agresores. A la más mínima, la gente nos condenaría por miedo.
Aunque nos cueste y nos duela reconocerlo, no se puede condenar a nadie sin unas mínimas pruebas. Así que por más que lo pienso, no creo que la justicia que podamos encontrar sea el meter a nuestro agresor en la cárcel (hablo de los casos en que sea imposible demostrarlo ante un juez). Tal vez con los años encontremos algún método para demostrarlo (tengo fe en la ciencia).
Creo que nosotros deberíamos unirnos para afrontar este tema desde otra perspectiva, la EDUCACIÓN de los que vienen. Y digo "de los que vienen" porque los que ya son mayores veo que es muy difícil cambiarles de parecer y, pensamientos como "la familia es sagrada haga lo que haga" es lo que más daño nos está haciendo y más arraigado tienen. Por eso no quiero gastar mis fuerzas buscando mi propia justicia cuando creo que puedo conseguir mucho más luchando por la educación de los que vienen.
Les miro a los ojos y os aseguro que no son malas personas, simplemente no supieron qué hacer y su reacción fue la consecuencia de su ignorancia y de la educación que recibieron. Noto en ellos que me quieren, pero no saben demostrarlo como a mí me haría falta. Seguramente me hubiera bastado con que hubieran condenado ELLOS mismos al agresor repudiando su actitud, vigilándolo para que no lo volviera a hacer y, en el caso de enterarse de que lo seguía haciendo o hiciera a otra persona, no dudar en denunciar a su propio hijo o hermano.
Aunque no se pudiera condenar judicialmente (por no poder demostrar los hechos) esa persona ya habría sido repudiada por su propia familia, que por lo menos ya es una condena, y ya habríamos conseguido que el silencio que tanto nos duele y nos condena a nosotros mismos desaparezca.
Por suerte y desgracia, mi hermano murió en un accidente dos años después de contarlo. Y digo suerte porque ello me evitó seguir conviviendo con mi agresor y ver como mi familia continuaba haciendo todo lo posible por aparentar que no había pasado nada. Esto me ha permitido respirar un poco más que a muchos de vosotros, que os ha tocado ver como, con vuestras vidas destrozadas, vuestros agresores continúan tan felices sin que nadie les condene (reconozco que eso debe ser muy difícil de llevar). Y digo desgracia por que se le agotaron a mi familia las posibilidades de expresar su repulsa hacia mi hermano para quedar en paz conmigo y con ellos mismos.
La situación en mi familia ahora es complicada. Mi madre siempre está enfadada por cualquier cosa, siempre está pendiente de nosotros sin dejarnos respirar y metiéndose en todo lo que hacemos y dejamos de hacer, sobretodo conmigo, lo que a mi me saca de mis casillas y siempre acabo discutiendo con ella. Y va a peor. Siempre a sido una persona con mucho carácter y no veo muchas posibilidades de que mejore (y en los milagros...)
Por suerte y desgracia, mi hermano murió en un accidente dos años después de contarlo. Y digo suerte porque ello me evitó seguir conviviendo con mi agresor y ver como mi familia continuaba haciendo todo lo posible por aparentar que no había pasado nada. Esto me ha permitido respirar un poco más que a muchos de vosotros, que os ha tocado ver como, con vuestras vidas destrozadas, vuestros agresores continúan tan felices sin que nadie les condene (reconozco que eso debe ser muy difícil de llevar). Y digo desgracia por que se le agotaron a mi familia las posibilidades de expresar su repulsa hacia mi hermano para quedar en paz conmigo y con ellos mismos.
La situación en mi familia ahora es complicada. Mi madre siempre está enfadada por cualquier cosa, siempre está pendiente de nosotros sin dejarnos respirar y metiéndose en todo lo que hacemos y dejamos de hacer, sobretodo conmigo, lo que a mi me saca de mis casillas y siempre acabo discutiendo con ella. Y va a peor. Siempre a sido una persona con mucho carácter y no veo muchas posibilidades de que mejore (y en los milagros...)
Con mis hermanos (los otros dos que me quedan) tampoco me entiendo del todo.
Mi hermana no me dice nada, pero creo que me culpa de haber contado la historia de mis abusos, "dándole más problemas a mi madre" y haber roto la armonía familiar (que en realidad nunca la hubo). Y es que ella reacciona de una forma extraña ante todos los problemas de su vida y siempre lo ha hecho, no sólo con el mío. Prefiere callar, dejar que pase el tiempo, que nada tiene importancia y todo se pasa. Siempre quiere aparentar estar muy tranquila ante los problemas pero por dentro le están comiendo los nervios. Siempre ha padecido úlceras de estómago y enfermedades asociadas a estados de nerviosismo y va a peor. Ahora, cada vez que tiene algún problema le dan ataques de pancreatitis, lo que puede provocarle multitud de secuelas, incluso la muerte.
Y mi hermano. Él se enteró hace poco de lo que sucedió. Decidí contárselo cuando empecé a trabajar sobre mi infancia en la facultad. Tenía (y lo necesitaba) que hablar abiertamente de los abusos que sufrí de pequeña, con mis profesores y compañeros. Y pensé que no era justo que lo hiciera sin habérselo contado antes a él, y menos cuando él se siente (estúpidamente) culpable de la muerte de mi agresor. Su reacción fue de lo más extraña. Sin hablar en un principio de mi persona, no quiso oír nada sobre abusos sexuales.
En realidad, siempre evita todo lo relacionado con el sufrimiento humano, le da miedo sus propias reacciones; con la sangre se marea, y con las noticias tristes no consigue llorar y le dan ataques de ansiedad. Cuando sospechó que se trataba de mí, enseguida reaccionó agresivamente contra todo aquel que me hubiera podido hacer daño, acusando sin sentido a todo el que le venía a la cabeza. Menos mal que estábamos solos y nadie estaba cerca. Cuando le conté que había sido nuestro hermano se quedó bloqueado. No sabía qué decir. Tanto se había culpado por haber descolgado aquel dichoso teléfono. Culpa por haberle pedido que fuera a su casa para pasar un rato juntos. Culpa por querer recuperar un tiempo que habían perdido. Culpable, de qué? Ahora, de qué?. Nunca ha reaccionado bien ante los problemas. Siempre se ha refugiado en su trabajo sin importarle echar todas las horas extras que hayan echo falta, y cuantas más mejor para no ver ni tener que afrontar el panorama que tenía en su vida íntima.
Y ahora como tengo yo que esperar a que reaccione? Pues seguramente que como hasta ahora, es la única forma en que él sabe hacerlo. Nadie le ha enseñado otra cosa.
Si nos miramos a nosotros mismos veremos que, muchas veces, no actuamos de la forma más correcta aunque ello nos conlleve a otro dolor. Y todo simplemente porque no sabemos, o lo que viene a ser lo mismo, porque NO HEMOS APRENDIDO OTRA COSA.
Por todo esto, creo que hay afrontar este tema (y esto serviría para casi todo en nuestra vida) desde la EDUCACIÓN. Pero quién se encarga de educar a nuestros hijos (y a nosotros mismos)? Qué es lo que les tenemos que enseñar? De qué forma? Con qué pautas? Quién las marca? Yo no soy la más indicada para responder estas preguntas pero sí para enunciarlas.
Un abrazo muy fuerte a todos... y a seguir buscando. Sin búsqueda estamos condenados a quedarnos esperando eternamente.
Si nos miramos a nosotros mismos veremos que, muchas veces, no actuamos de la forma más correcta aunque ello nos conlleve a otro dolor. Y todo simplemente porque no sabemos, o lo que viene a ser lo mismo, porque NO HEMOS APRENDIDO OTRA COSA.
Por todo esto, creo que hay afrontar este tema (y esto serviría para casi todo en nuestra vida) desde la EDUCACIÓN. Pero quién se encarga de educar a nuestros hijos (y a nosotros mismos)? Qué es lo que les tenemos que enseñar? De qué forma? Con qué pautas? Quién las marca? Yo no soy la más indicada para responder estas preguntas pero sí para enunciarlas.
Un abrazo muy fuerte a todos... y a seguir buscando. Sin búsqueda estamos condenados a quedarnos esperando eternamente.
COLABORACIÓN.
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