Rocío Toledo
Actualmente, vivimos un período donde se comienza a estudiar el problema de los efectos de la violencia, sea ésta del tipo que sea, sobre las personas y, dentro de este problema, el abuso sexual sobre menores es tan sólo un problema más, particular, acotado y con sus propias connotaciones y características.
El primer motivo para la represión legal del abuso sexual sobre menores, es que existe una evidencia clínica creciente de que el abuso sexual durante la infancia afecta verdaderamente al desarrollo psicológico posterior del adulto.
La hipótesis del abuso sexual como “trauma” dentro del desarrollo evolutivo del niño ha adquirido peso específico durante los últimos años. En este sentido, Mullen et al., demuestran que existen secuelas en las víctimas infantiles que les afectará en su desarrollo adulto y que son:
* Declive del status socioeconómico
* Problemas sexuales crecientes
* Propensión a percibir a sus parejas como poco cariñosas e hipercontroladores
Mullen también asegura que existen otros factores de privación y desventaja asociados al abuso sexual y que, por lo tanto, sería inadecuado realizar intervenciones terapéuticas centradas exclusivamente en el trauma sexual.
Henry Kempe, en su libro “Síndrome del niño maltratado”, establece: Maltratos sexuales: implican la explotación de niños mediante actos tales como incesto, abusos y violación. Los abusos sexuales se definen como la implicación de niños y adolescentes dependientes e inmaduros en cuanto a su desarrollo, en actividades sexuales que no comprenden plenamente y para las cuales no son incapaces de dar su consentimiento voluntario o que violan los tabúes sociales o los papeles familiares. Incluyen:
Paidofilia: supone el contacto sexual, no violento, de un adulto con un niño, y puede consistir en manipulaciones, exhibiciones de genitales, o contactos buco-genitales. La edad del niño suele oscilar entre los dos años y el comienzo de la adolescencia.
Incesto: corresponde a individuos que consideran a sus hijos como objetos, siendo frecuentemente violentos. Se puede iniciar a la edad de uno o dos años y continuar hasta la adolescencia.
Proxenetismo: explotación de menores con fines lucrativos por parte de individuos con o sin parentesco con ellos
Violación: es un abuso sexual violento.
En el tema de los abusos sexuales infantiles, existen numerosas creencias erróneas, las cuales, de forma más o menos consciente, contribuyen a ocultar el problema, así como a tranquilizar a quienes no desean afrontarlo:
* Muchas personas piensan que los abusos sexuales no existen o son muy infrecuentes, sin embargo, la frecuencia es muy elevada.
* La mayor parte de las personas creen que los agresores son personas con graves patologías o con desviaciones sexuales, sin embargo, casi todos los abusos sexuales son cometidos por sujetos aparentemente normales.
* Es usual creer que si los abusos sexuales ocurrieran en nuestro entorno inmediato, nos enteraríamos. La realidad es que la mayor parte de los casos de abusos sexuales no son conocidos por las personas más cercanas a las víctimas y estas tienden con mucha frecuencia a ocultarlos.
* Se suele creer también que los abusos sexuales a menores sólo ocurren en ambientes muy especiales, asociándolos con la pobreza, baja cultura, etcétera. Aunque es posible que en determinados ambientes sean más frecuentes, los datos confirman que están presentes en todas las clases sociales, zonas geográficas, etcétera.
* Es también muy frecuente la tendencia a creer que los niños, cuando los cuentan, no dicen la verdad o que están fantaseando. Por el contrario, cuando un niño dice que ha sido objeto de estas conductas, prácticamente siempre dice la verdad y, por consiguiente, debemos creerle.
* También parecería razonable creer que si la madre de un niño se enterara de que su hijo ha sido objeto de un abuso sexual, no lo consentiría y lo comunicaría a alguien o lo denunciaría. Sin embargo, la realidad nos demuestra que si el agresor es un miembro de la propia familia, bastantes madres reaccionan ocultando los hechos.
* Otro error consiste en creer que en la actualidad hay más abusos a menores que antes, lo que pasa es que ahora son estudiados.
* Tampoco es correcto creer que los agresores son casi siempre desconocidos. Los agresores pueden tener relaciones de muy diversos tipos con la víctima y no conviene hacer simplificaciones erróneas.
Los abusos sexuales contra niños se cobran al año un número desconocido de víctimas. Y lo que podemos hacer es, a través de programas de prevención y tratamiento, educar al público sobre los peligros de estos abusos sexuales y sobre la necesidad de denunciar dichos abusos y los intentos de abuso.
Licenciada en Psicología
Tomado de http://www.psicocentro.com
hablemosde.abusosexual@gmail.com
Actualmente, vivimos un período donde se comienza a estudiar el problema de los efectos de la violencia, sea ésta del tipo que sea, sobre las personas y, dentro de este problema, el abuso sexual sobre menores es tan sólo un problema más, particular, acotado y con sus propias connotaciones y características.
El primer motivo para la represión legal del abuso sexual sobre menores, es que existe una evidencia clínica creciente de que el abuso sexual durante la infancia afecta verdaderamente al desarrollo psicológico posterior del adulto.
La hipótesis del abuso sexual como “trauma” dentro del desarrollo evolutivo del niño ha adquirido peso específico durante los últimos años. En este sentido, Mullen et al., demuestran que existen secuelas en las víctimas infantiles que les afectará en su desarrollo adulto y que son:
* Declive del status socioeconómico
* Problemas sexuales crecientes
* Propensión a percibir a sus parejas como poco cariñosas e hipercontroladores
Mullen también asegura que existen otros factores de privación y desventaja asociados al abuso sexual y que, por lo tanto, sería inadecuado realizar intervenciones terapéuticas centradas exclusivamente en el trauma sexual.
Henry Kempe, en su libro “Síndrome del niño maltratado”, establece: Maltratos sexuales: implican la explotación de niños mediante actos tales como incesto, abusos y violación. Los abusos sexuales se definen como la implicación de niños y adolescentes dependientes e inmaduros en cuanto a su desarrollo, en actividades sexuales que no comprenden plenamente y para las cuales no son incapaces de dar su consentimiento voluntario o que violan los tabúes sociales o los papeles familiares. Incluyen:
Paidofilia: supone el contacto sexual, no violento, de un adulto con un niño, y puede consistir en manipulaciones, exhibiciones de genitales, o contactos buco-genitales. La edad del niño suele oscilar entre los dos años y el comienzo de la adolescencia.
Incesto: corresponde a individuos que consideran a sus hijos como objetos, siendo frecuentemente violentos. Se puede iniciar a la edad de uno o dos años y continuar hasta la adolescencia.
Proxenetismo: explotación de menores con fines lucrativos por parte de individuos con o sin parentesco con ellos
Violación: es un abuso sexual violento.
En el tema de los abusos sexuales infantiles, existen numerosas creencias erróneas, las cuales, de forma más o menos consciente, contribuyen a ocultar el problema, así como a tranquilizar a quienes no desean afrontarlo:
* Muchas personas piensan que los abusos sexuales no existen o son muy infrecuentes, sin embargo, la frecuencia es muy elevada.
* La mayor parte de las personas creen que los agresores son personas con graves patologías o con desviaciones sexuales, sin embargo, casi todos los abusos sexuales son cometidos por sujetos aparentemente normales.
* Es usual creer que si los abusos sexuales ocurrieran en nuestro entorno inmediato, nos enteraríamos. La realidad es que la mayor parte de los casos de abusos sexuales no son conocidos por las personas más cercanas a las víctimas y estas tienden con mucha frecuencia a ocultarlos.
* Se suele creer también que los abusos sexuales a menores sólo ocurren en ambientes muy especiales, asociándolos con la pobreza, baja cultura, etcétera. Aunque es posible que en determinados ambientes sean más frecuentes, los datos confirman que están presentes en todas las clases sociales, zonas geográficas, etcétera.
* Es también muy frecuente la tendencia a creer que los niños, cuando los cuentan, no dicen la verdad o que están fantaseando. Por el contrario, cuando un niño dice que ha sido objeto de estas conductas, prácticamente siempre dice la verdad y, por consiguiente, debemos creerle.
* También parecería razonable creer que si la madre de un niño se enterara de que su hijo ha sido objeto de un abuso sexual, no lo consentiría y lo comunicaría a alguien o lo denunciaría. Sin embargo, la realidad nos demuestra que si el agresor es un miembro de la propia familia, bastantes madres reaccionan ocultando los hechos.
* Otro error consiste en creer que en la actualidad hay más abusos a menores que antes, lo que pasa es que ahora son estudiados.
* Tampoco es correcto creer que los agresores son casi siempre desconocidos. Los agresores pueden tener relaciones de muy diversos tipos con la víctima y no conviene hacer simplificaciones erróneas.
Los abusos sexuales contra niños se cobran al año un número desconocido de víctimas. Y lo que podemos hacer es, a través de programas de prevención y tratamiento, educar al público sobre los peligros de estos abusos sexuales y sobre la necesidad de denunciar dichos abusos y los intentos de abuso.
Licenciada en Psicología
Tomado de http://www.psicocentro.com
hablemosde.abusosexual@gmail.com
1 comentario:
Miguel; Espacios como este se deben multiplicar y difundir por que realmente es una problematica impresionante,la que esta destrozando a tantos niños y adolecentes,lamentablemente es nuestra realidad y esta más cerca de lo podemos imaginarnos, realmente hace falta crear un frente que se haga llegar a todos los ambitos posibles,valoro de sobremanera a gente como Ustedes que estan luchando por tratar de ayudar a parar esta masacre
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