Tener una identidad basada en la vergüenza es una consecuencia indirecta del abuso sexual. A pesar que a veces conscientemente, la vergüenza es negada y reprimida, aparecen ataques periódicos de vergüenza y sentimientos de no valer nada. Al dominar la identidad total del sobreviviente, la vergüenza es la raíz de muchas otras emociones e influye el comportamiento social y el concepto de sí mismo. Por ejemplo, la vergüenza causa ansiedad acerca de ser suficientemente bueno, miedo a la cercanía e ira en caso de ser expuesto. La baja autoestima es otra consecuencia de una identidad integral fundada en la vergüenza.
Los efectos devastadores del abuso sexual producen vergüenza en cuatro formas. El abuso sexual rompe los vínculos interpersonales, causa traumas y estrés, induce a la humillación personal y se convierte en un secreto familiar. Una identidad basada en la vergüenza es casi una consecuencia inevitable del abuso sexual infantil. Debido a que se supone que los padres son una fuente de amor que sólo lastiman o castigan cuando los niños son malos, los niños que son abusados solamente pueden concluir que son malos. Asumir esto y creer que ellos son los responsables del abuso es una forma de tomar el control y encontrarle sentido a una situación familiar fuera de control.
El abuso sexual a una edad temprana afecta profundamente la habilidad del sobreviviente de confiar. Los niños abusados no tienen la madurez de ver el abuso sexual como una carencia parental. La única explicación posible es que hay algo malo con el niño, y este es el principio de la identidad basada en la vergüenza. El sentido de identidad del sobreviviente deriva de la familia, y ya que el abuso sexual es algo que está mal en la familia que no puede ser divulgado, debe haber también algún defecto interno en el sobreviviente que debe mantenerse en secreto. El abuso sexual es casi siempre profundamente traumático y estresante. El trauma o estrés del sobreviviente persiste como una aflicción no resuelta y bloquea las emociones, estableciendo la base para una identidad cifrada en la vergüenza. Los sobrevivientes no pueden evitar sentir humillación personal como resultado del abuso sexual. Estos sentimientos desembocan en que el sobreviviente concluya que un profundo defecto personal provocó el abuso sexual. Esto deriva en una personalidad basada en la vergüenza.
Los sobrevivientes empiezan a recuperarse de la vergüenza dejando de negar la vergüenza asociada con el abuso sexual. Los sobrevivientes necesitan dejar de huir de ella y aceptar la vergüenza que marca su comportamiento actual. No hay manera de resolver un problema que no puede ser reconocido. La pareja puede proveer un escenario de aceptación sin enjuiciamientos para que el sobreviviente comparta la carga de luchar contra la vergüenza. A través de hablarlo, el sobreviviente puede encontrar que la vergüenza empieza a perder fuerza.
27. Disfrutar o revivir el abuso
A veces resulta que en cierto nivel el sobreviviente disfrutó las sensaciones que acompañan la experiencia del abuso sexual. El sobreviviente puede haber iniciado repeticiones de la experiencia para volver a sentir estos sentimientos. Si algo de esto ocurrió, generalmente, es muy problemático para el sobreviviente y es una de las cosas más vergonzosas que admitir.
El sexo es una función natural. Una respuesta placentera a cierta clase de estímulos es automática sea deseada o no. No es una falta del sobreviviente si esto ocurrió y no justifica el abuso ni lo hace correcto. Ya que el contacto es una necesidad humana básica, el sobreviviente puedo haber tomado acción para iniciar una recurrencia del abuso o hizo más probable que ocurriera una repetición. Esto a veces pasa cuando el sobreviviente no tiene otra fuente de afecto y no recibe suficiente cariño y atención.
Hablando acerca de la vergüenza y el sentido de culpabilidad por disfrutar o reiniciar el abuso sexual, el sobreviviente empieza a entender que el agresor sigue siendo el único responsable. Las parejas que apoyan al sobreviviente, expresarán compasión y harán énfasis en que el sobreviviente no merecía ser tratado de esa manera o de ser puesto en la situación de solicitar atención de esa forma. Esto de ninguna manera quita la responsabilidad al abusador. El sobreviviente no cometió ninguna falta y no debería sentirse culpable ni responsable por el abuso sexual.
Tomado de Ghosts in the bedroom [Fantasmas en la habitación. Una guía para parejas de sobrevivientes de incesto] por Ken Graber.
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