Para la mayoría de las familias en Nicaragua, diciembre es un mes para celebrar, para estar en familia, es de regalos, fiesta y mucha comida, de pintar la casa o comprar muebles nuevos. Aun con recursos limitados, el propósito es poder celebrar.
Esto es solamente una de las caras que tiene diciembre, pues para muchas personas este mes tiene otro sentido. El de la tristeza, de la soledad, de recuerdos duros de lo que se ha vivido y que resulta doloroso. Para muchas/os sobrevivientes de abuso sexual, diciembre significa el recuerdo tortuoso del abuso, cuando el abuelito vino a visitar la casa y aprovechó el momento para abusar de la niña, o el padre que también abusó de la niña, niño o adolescente, mientras la mamá trabajaba y él estaba en casa de vacaciones navideñas.
Muchas veces en la consulta, mujeres que han vivido abuso sexual en su niñez comienzan a referir su incomodidad o rechazo porque está cercano el mes de diciembre. Aunque el abuso no haya ocurrido en diciembre, siempre este mes marca una condición diferente en la dinámica de vida, que lleva a generar un estado de crisis.
Algunas mujeres y hombres que han vivido abuso sexual en su niñez y/o adolescencia, no solamente sienten que diciembre es el mes en que ha ocurrido el abuso o que inició el abuso sexual, sino que sienten mucho dolor y confusión por la contradicción del ambiente y por otro lado, porque sienten que todo revive y sienten temor porque el abuso vuelva a ocurrir.
Se sienten inadecuadas/os porque toda la familia se enfoca en la celebración mientras ellas/os están viviendo la angustia, el dolor, la perversidad de los recuerdos, la tristeza de sentir el mayor peso de la soledad ya que no comparten con nadie lo que les ha ocurrido, la contradicción afectiva que se aviva y que les confunde, porque en este mes en que se debe reafirmar el amor, ellas/os sienten el rechazo hacia esa persona que les ha hecho daño; también pueden sentir el peso de la “obligación social” de ofrecer el afecto a su abusador (sobre todo si el abusador es el padre, abuelito o tío); resulta mucho más grave aun cuando el abusador le ha hecho sentir que el abuso es una expresión “de amor”.
En muchas ocasiones, las/os sobrevivientes aprenden a utilizar máscaras para poder afrontar el momento y esto solamente agudiza su estado de crisis, de confusión; llevándoles a veces a tener actitudes y comportamientos inadecuados. En adolescentes se observa el exceso en la celebración, que les lleva al abuso del alcohol, de drogas, de exposición a riesgos como la promiscuidad sexual. Otras/os en cambio se muestran hostiles y se encierran.
El período de crisis trae consigo diferentes manifestaciones que pueden ser también muy contradictorias, para la familia muchas veces esto es incomprensible. Para las/os sobrevivientes puede llegar incluso a la ideación suicida, al intento y también a la consumación del suicidio.
En este período, en la consulta se incrementa la asistencia de personas sobrevivientes de abuso sexual, que se encuentran en crisis. Aunque estén avanzando en su proceso de reconstrucción de vida, el significado de este período de fiestas en su dinámica cotidiana,puede ser de mucho sufrimiento.
Por ello, es importante aprender a identificar la crisis, cuándo viene, que la puede hacer detonar, dejarla sentir y también estar consiente de ella, para poder perder el temor de afrontarla y también para no dejarse hundir.
Las/os sobrevivientes cuando han iniciado proceso, saben la importancia que tiene el poder reconocer la crisis como tal, estar consiente que es transitoria –porque esto les lleva a considerar que no es el fin-, que va a pasar; pero también es necesario que ésta deje una resolución positiva, que sea bien aprovechada, que les ponga en evidencia que tienen la fortaleza para enfrentarla y salir adelante.
Un aspecto importante durante la crisis es no quedarse sola/o, buscar apoyo, tratar al máximo de dejarse sentir y de no reprimir sus emociones, hablar de lo que siente, de sus recuerdos, de lo que ahora está reconociendo. Asimismo, las personas dispuestas a apoyar a un/a sobreviviente en crisis, deben estar preparadas para escuchar, comprender y no juzgar.
Resolver una crisis es darse la oportunidad de perder el miedo, de reconocer poco a poco que no es culpable del abuso, que el único culpable es el abusador, que el abuso no va a volver a ocurrir porque ahora ella/él es fuerte, que es una persona valiosa, importante, sobre todo valiente porque ha sabido sobrevivir al abuso sexual desde que era una niña/o, adolescente.
Probablemente esto es muy fácil decirlo, ponerlo en práctica resulta una experiencia dura, difícil y muy dolorosa; en la que muchas veces las/os sobrevivientes llegan a considerar que es mejor dejar todo así, que se termine ya.
Para resolver la crisis es importante tener siempre presente que es posible salir adelante, que la crisis va a pasar y que las/os sobrevivientes pueden reconocer y utilizar sus fortalezas para superarla y avanzar.
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