Hasta no hace mucho tiempo el abuso sexual infantil era un asunto bastante desconocido. En este sentido es justo reconocer que hemos avanzado mucho, lo que en ningún caso debe hacer perder de vista el camino que aún queda por recorrer.
En la actualidad raro es el día en que no aparece en los medios de comunicación algún nuevo caso de abuso sexual infantil (ASI), sobre todo relacionado con las redes de pederastia que actúan y proliferan cada vez más en la red . Es cierto que también se habla de otros casos de ASI, pero a veces tengo la impresión que se está transmitiendo la idea de que internet es un lugar peligroso, y que buena parte de los abusos sexuales están relacionados con esta nueva realidad tecnológica. Me proclamo como uno de los más interesados a la hora de desmentir, primero porque ha sido gracias a internet que se han podido abrir asociaciones por toda España, asociaciones que se ocupan de los niños y los adultos que en su día fueron víctimas de esta lacra, y segundo porque también gracias a la red hay un foro internacional que lleva funcionando casi seis años y que agrupa a más de dos mil afectados, sirviendo de ayuda, de apoyo y de información constante y veraz.
Quizás lo más importante y que convendría dejar claro es que el conocimiento que ahora podemos tener sobre este asunto es un poco equívoco. La sociedad sigue dando por ciertos demasiados conceptos erróneos, y este es uno de ellos. Los casos de pederastia son la punta del iceberg de un problema que ha existido siempre. Algunas veces me han preguntado si creo que ahora hay más casos que antes. La respuesta es no, al menos no proporcionalmente, lo que hay ahora es más información. Pero volviendo al iceberg he remarcar que su parte oculta, la de mayores dimensiones, es la familia y el entorno más cercano al menor. Basándome en mis propias cifras, extraídas de encuestas efectuadas en el foro, puedo apuntar que aproximadamente un 60% de los abusos se perpetran en el entorno familiar, un 30% proceden de conocidos con acceso al menor (maestros, sacerdotes, amigos de la familia …) y apenas un 10% se lleva a cabo por extraños.
No digo que en un futuro más o menos próximo estas cifras deben revisar y modificar al alza, incluso es muy probable que ya se estén alterando en el presente, sin embargo las cifras no distan mucho de las que acabo de mencionar. No debemos caer en la ingenuidad, si la tecnología puede servir como un instrumento para hacer el bien, también puede utilizarse para todo lo contrario.
Muchas veces se habla de pederastas y de pedófilos indistintamente, como si se tratara del mismo. Por desgracia ya se han convertido en términos de uso habitual en nuestro vocabulario cotidiano, pero conviene saber que existen importantes diferencias que deberíamos conocer y aplicar cada vez que hablamos de ello.
Todo aquel que abusa de un niño es un pederasta, aunque no necesariamente un pedófilo, lo que significa que puede llevar una vida sexual perfectamente normal con su pareja o con quien sea, y mantenerse lejos de cualquier sospecha. No le gustan con exclusividad los menores, sino que suelen aprovecharse de las ocasiones (de ahí que se defina como un abusador ocasional) si estas se dan o si no le resulta demasiado complicado procurar. En este grupo estarían representados una buena parte de los familiares y de las personas cercanas al menor. Que se les defina como abusadores ocasionales no quiere decir que comporten un menor peligro. En muchos casos es justo lo contrario, ya que teniendo como tienen acceso continuado al menor, los abusos pueden prolongarse a lo largo de muchos años, lo que suele ser un factor agravante en relación con las secuelas que puede desarrollar el menor en el futuro.
Entre los pederastas también puede haber pedófilos, la definición sería la de personas que se sienten atraídos única y exclusivamente para menores. Cuando este tipo de pederasta pasa a la acción buscará a cualquier precio relacionarse con menores, por eso es frecuente que busquen actividades o trabajos que les faciliten el contacto con los niños. Digo cuando pasa a la acción para que un pedófilo no necesariamente pasa siempre a la acción. Entre los pedófilos puede existir, y de hecho existe, la conciencia de que su comportamiento no es el correcto, pero no pueden evitar sentir lo que sienten. Los pederastas, al contrario, no sienten empatía hacia. Incluso los pederastas / pedófilos justificarán sus actos y algunos todavía pretenderán que su comportamiento sea reconocido y normalizado socialmente.
Otro aspecto que conlleva no poca polémica es la posibilidad de que un pederasta pueda reinsertarse en la sociedad. En este sentido creo que debemos ser drásticos. La mayoría de los expertos en la materia coinciden: se trata de una posibilidad muy remota. Esto no quiere decir que tengamos que oponernos a cualquier intento, ya que rehabilitar un pederasta, aunque sea uno de cada cien, significa que hay un depredador sexual menos en nuestra sociedad. Por desgracia los resultados son los que son, y estoy convencido de que los pederastas que la justicia “vuelve” a la sociedad, en una cifra muy cercana al 100%, volverán igual o peor de lo que estaban antes. Así pues, en caso de no conseguir el objetivo, sería lógico y de justicia que estas personas sean apartadas de la sociedad hasta que no se constate fehacientemente que no suponen un peligro para los menores, y si esto supone una cadena perpetua o una reclusión de por vida en centros especializados, que así sea. No opongo a las leyes intenten reinsertar a los que va a parar a la cárcel por el contrario, sin embargo en caso de no lograrse y ha demostrado que es así para que lo afirman los que están capacitados para hacerlo como es posible que se pase por alto la protección a los ciudadanos? Es inconcebible que se deje en libertad a personas que todos sabemos que volverán a atentar contra los niños. Esto es lo que dicen las leyes, se argüirá. Pero si el sentido común nos dice otra cosa no será que tenemos que modificar las leyes?
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