Que hice mal, que no aprendía ,qué culpa tuve yo...
No pedí la vida , no pedí estar, no pedí amar...
Cumplí mis obligaciones, amé, obedecí y respeté.
No recibí lo mismo, no sentí amor, ni respeto, sólo acepté...
Más aún así todo era poco, nada valía, nada veía,
Y en los años elementales siempre me preguntaba si algún día sería algo lo suficiente aceptable para hacer notar que estaba ahí...
Todo lo que emprendí culminé, todo lo establecido acepté,
Para todos servía como el lacayo más fiel y no encontré...
No llenó mi pequeño corazón ni me dio alguna emoción que contuviera mis ansias por mostrar que estaba en frente...
En la desolación de la ignorancia y de la carente buena gente, distinguí ser algo de ser alguien, eso no lo podía arrebatar ni con mil años de olvido y abandono.
Ante lo que se procesa en el desamparo nace la lucha constante por sobrevivir y conocer de otro modo, entender que no hay respuestas para tantos por qué ardientes que se implantan para quemar por dentro.
No se obliga a amar, no se obliga a callar , no se obliga a odiar, no se obliga a no sentir...
Un niño es el don de la vida , la esperanza del mañana no se mide con una vara ni se olvida que existe.
En el desarraigo del robo y del dolor crecerá la devoción por vivir, por conocer lo que no tuvo de frente, sin encontrar respuestas ya que ninguna enmienda el daño ni borra lo que sus ojos apartaron.
Dejando a un lado la infancia y enfrentando la vida, permitiéndose sentir, liberando lo que no capturaron...
NERY
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