Muchas veces escuchamos hablar del tema de abuso sexual, pero pocas veces sabemos que alguien cercano a nosotros ha sido víctima de ello, es fácil emitir un juicio al comportamiento a veces un tanto incomprensible de una persona, pero pocas veces nos preguntamos lo que originó ese actuar.
La vida de una persona, es de una persona, no depende de nadie y no está a la disposición de nadie. Una víctima de abuso sexual, es una persona que no únicamente fue manipulada o forzada, es una persona que sistemáticamente es llevada en contra de su voluntad a un lugar donde no podrá defenderse, a un sitio donde estará expuesta a ser la voluntad de otro, sin la posibilidad de hacer lo que ella (persona) quiera.
Cuando un ser humano camina sin proyectos, sin hacer o intentar llevar a cabo lo que desea, es el indicio de que camina hacia su propia destrucción, ¿Cómo puedes entender el mundo, si haces lo que otros te indican?, ¿Cómo entender al otro, cuando han abusado y desgarrado tu vida?, no creo que sea posible sentirse acompañado y apoyado, cuando la desconfianza gana terreno en tu vida. No es vergüenza, es miedo a ser juzgado, a ser rechazado a no poder explicar lo que uno mismo no entiende lo que horriblemente nos sucedió.
La oscuridad y la confusión en la mente, invaden la vida, no encontramos en quien apoyarnos, los errores y las malas decisiones empiezan a surgir, haciendo más difícil la vida para uno e incomprensible para los demás.
Correr, solo huir de las situaciones a veces es como creemos que nos libramos, pero tristemente solo nos alejamos de nosotros mismos. Muchas veces cansados de nosotros mismos, decidimos hablar, gritar lo sucedido, no importándonos la opinión de los demás y es cuando nos damos cuenta, que, nunca nos debió de haber importado la opinión de los demás, porque después de todo, nuestra vida nos pertenece a nosotros, no a ellos.
El proceso hacia la libertad y la búsqueda de nosotros mismos, básicamente inicia después del abuso, pero el peso de la opinión de los demás y el engañoso apoyo que buscamos de ellos, nos hace perder mucho tiempo, rodeados de sentimientos de incomprensión y de querer comprar el amor a costa de nuestra felicidad, una felicidad absurda y ficticia.
Cuando descubrimos que lo único que tenemos es a nosotros mismos y de allí parte todo para vivir en armonía con los demás, en la diferencia mutua sin manipular o chantajear, es cuando empezamos a caminar en el proceso hacia la libertad y cuando realmente conocemos el amor, primero porque nos amamos a nosotros mismos y segundo, porque podemos compartir sanamente a otros de lo que existe en nosotros.
Sobrevivientes de nosotros mismos, no más, el amor no se compra, nada justifica que alguien te manipule, pero no debes de permitirlo, nada se tolera cuando intentan culparte de algo que no decidiste, ningún juicio tiene tanto valor, que, el que nos damos a nosotros mismos. Nunca es tarde, siempre es el momento perfecto para encontrarnos con la persona más amada, nosotros mismos. Nunca le debemos de permitir a otros que decidan sobre nuestra vida, que tomen el control de nuestros sentimientos, quien lo intenta, creo que no nos ama como dice hacerlo.
Cuidate, ten presente que sobrevivientes somos muchos, lo que sientes, todos lo sentimos, tu soledad, todos la tuvimos, la libertad muchos la encontramos, por lo tanto tú la puedes encontrar, la receta es amate y perdónate por lo que no hiciste y tienes mucho culpándote a ti mismo.
Este sencilla reflexión-artículo, la dedico a una amiga, la Psicóloga Teresa Sánchez González, asesinada el 5 de octubre del 2003, víctima de la violencia, ella ayudó a mucha gente a encontrar la libertad y a pensar, que no debemos de ser víctimas de nosotros mismos.
Juan M. Castro
Escritor.
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