Hace meses que Daniela de 8 añitos le decía a su mamá que ya no quería ir a las clases de zumba, que no le gustaban, que prefería quedarse en casa con ella.
Más de una vez su mamá estuvo tentada a no mandarla mas, pero la respuesta de su padrastro era siempre la misma “Ella necesita ejercitarse, le hace bien la disciplina, además esta segura conmigo por que yo doy la clase y no nos cuesta. ¿Qué mas quieres?”
Asi que Daniela tuvo que seguir asistiendo todas las tardes de 5 a 6 la clase de Zumba y soportar que al final de cada clase el le dijera que era la mejor y que iba a recibir su “clase especial”
Con el short en los tobillos y la blusa alzada hasta la cabeza mientras lloraba bajito se veía obligada a contar hasta 60 mientras el abusaba de ella, otras veces la filmaba con el celular, unas mas la obligaba a hacerle sexo oral.
Si le dices a tu mamá no te va a creer y además yo voy a destruir todos tus juguetes y cuando estes dormida te voy a matar y luego a tu mamá.
Y por esto Dany se aguanto, sintiéndose culpable, sucia, menospreciada, llorando en las noches y esperando con pánico y resignacion la hora del zumba.
Asi transcurrieron 5 meses, todos los días con ese hueco en el estomago, esas pesadillas, sentada solita en el patio de la escuela, con calificaciones malas y en los ojitos una inmensa tristeza que nadie noto hasta que por buena fortuna su mamá encontro los videos.
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