He estado varios días sin escribir evitando el artículo que finalmente haré hoy. Esa evitación es la misma que me lleva a correr siempre delante de mis sentimientos para que no me alcancen porque sentir a veces puede ser demoledor y necesito sobrevivir, mantenerme a la deriva para no sumergirme en las profundidades de un olvido que cada vez absorbe más partes de mí.
A veces cuando leo vuestros comentarios os envidio y a la vez os temo, recordáis y habéis aprendido a vivir con ello, yo en cambio navego entre sentimientos que no comprendo, preguntas a las que no puedo responder, dudas que se convierten en algo persecutorio y continuar a oscuras es tan cansado…
A veces quisierapoder recordarcomo hacéis vosotros, por otro lado temo recordar… La razón es sencilla, si olvidé es porque no estaba preparada para hacer frente a una realidad tan dura para mí, pero entonces me pregunto ¿Cuál es esa realidad? ¿Cuántos eran? ¿Eran más abusadores de los que yo recuerdo? ¿Pedí ayuda y nadie me la dio?
Adoro mi defensa, el olvido, pero a la vez ésta misma me atormenta porque borro con facilidad todo aquello que me duele, aún ahora, y voy reprimiendo trocitos de mí, trocitos de quien yo soy y me quedo con un vacío que no puedo llenar.
Sueño con poder recordar y ser fuerte. Hace muchos años cuando era una cría estuve en el pozo más oscuro que jamás he visto, no había sol para mis días, no comía, no dormía, sólo lloraba y pedía a la vida que me dejara morir porque no podía soportar ni una sola respiración más. Fueron meses de sensaciones, de voces, de sueños… lo olvidado estaba viniendo a mí y yo me estaba muriendo frente a eso, me estaba volviendo loca, y salí de ahí aún no sé ni como, pero mi defensa, mi olvido, se hizo más fuerte.
Sé que ahora tengo más herramientas para hacerle frente pero no quiero caer otra vez, desde aquellos días aprendí que el dolor físico no era nada comparado al dolor que podía albergar un alma y eso sí me ha predispuesto en la vida a ser quién soy hoy.
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