martes, 8 de marzo de 2016

Un doloroso silencio

Los secretos del corazón, guardados, arrinconados, pero nunca olvidados, son como señales que guían hacia un oscuro cofre enterrado en una isla perdida. Cuando se atreve el corazón a hablar sólo se topa con miradas extrañadas, como si no entendieran por qué se llora al momento de hablar; el secreto se queda encerrado no porque alguien no lo diga sino por falta de un escucha comprensivo.
La expresión agresión sexual infantil se utiliza como descripción de cualquier forma de contacto sexual adulto-niño en el cual el adulto toca, acaricia o penetra el cuerpo del niño. 
La agresión sexual infantil es un tema doloroso que sin embargo debe enfrentarse, dejando de relegarlo a un producto de la fantasía del niño. Mientras los adultos ignoren el problema de la agresión sexual, esta continuará creciendo en magnitud y los niños no recibirán la atención, contención y protección que merecen y necesitan.

La mayoría de los adultos tienden a considerar a los niños como malcriados y poco confiables, creen que se deben cuidar de sus mentiras, exageraciones o “cuentos infantiles”. En algunos casos, incluso cuando el niño informa que ha sido agredido sexualmente por un adulto, se considera que miente mientras no se pruebe que dice la verdad, cuando debería ser al revés, asumir que el niño dice la verdad hasta que se pruebe lo contrario mediante una valoración exhaustiva, dice Robert L. Geiser en el libro Hidden victims the sexual abuse of children (Beacon Press, 1979). Al realizarlo de esta forma, se le está garantizando al niño que está seguro y protegido de cualquier abuso posterior.
¿QUIÉNES HOSTIGAN SEXUALMENTE A LOS NIÑOS?
La mayoría de los adultos tiene la idea de que un agresor sexual infantil es un adulto mayor desaliñado que regala dulces a los niños en el parque, no obstante, los agresores tienden ser personas cercanas a su círculo de confianza, un amigo de la familia, un conocido de la comunidad o algún integrante de la familia, por lo tanto, dado a que la gran parte de los niños traumatizados sexualmente son víctimas de alguien a quien conocen y en quien confían, la mayoría de las agresiones ocurren dentro del entorno habitual del menor.
Son adultos que buscan trabajar en lugares en donde pueden estar en contacto directo con niños y en donde los padres piensan que están seguros, como la escuela, centros recreativos, guarderías, grupos de deporte, etcétera.
REACCIONES DEL INFANTE
Se debe tener una escucha activa y un ojo alerta ante cualquier situación o cambio de comportamiento significativo en los niños que tenemos alrededor, hijos, sobrinos, estudiantes y demás. Algunos adultos piensan que una agresión sexual a un infante es de forma violenta, es por eso que cuando un niño informa que ha sido agredido sexualmente, el adulto puede malinterpretar la ausencia de pruebas de empleo de fuerza física extrema (moretones, rasguños, marcas) y tomarlo como una historia falsa, descreer del infante. Regularmente el tipo de fuerza que es utilizada por los agresores sexuales de niños es la amenaza o coacción verbal (es llevado con engaños a la situación).
Se ha observado que la gente tiende a mostrarse más comprensiva con víctimas de agresión sexual si han sido lastimadas físicamente (sean niños o adultos) pues se puede focalizar la atención en las heridas físicas. De esta forma evitan tratar con los aspectos sexuales de la agresión, lo mismo que las “invisibles heridas psicológicas” de la víctima, afirman Diana y Louis Everstine en Personas en crisis (Editorial Pax,1993). 
Hay muchos aspectos de la conducta infantil que harán que el adulto dude de la realidad. Algunos niños que han sido hostigados muestran una reacción plana, como indiferencia ante el suceso, pero en realidad puede esto indicar un estado de shock, una depresión o temor y no indiferencia o calma. La falta de expresión de emociones del infante puede llevar a creer al adulto que el niño no ha sido afectado por la agresión o dudar de que haya sucedido.
Algunos niños quizá parecen neutros o débiles, emocionalmente, mientras que otros pueden exhibir sentimientos positivos o incluso afecto hacia la persona que los ha traumatizado. Otros, por el contrario, pueden mostrar emociones claramente negativas hacia los agresores; algunos niños reaccionan con algunas o varias manifestaciones somáticas: problemas de sueño y alimentación, reacciones fóbicas o micciones en la cama (orina).
Tomando en cuenta todo esto y dada la complejidad de una agresión, se le debe de otorgar al menor un gran apoyo ya que puede transcurrir un período de semanas o meses antes de que pueda revelar sus auténticos sentimientos en relación al incidente y el agresor.
SÍNTOMAS CLAVE
De acuerdo con el estudio The impact of child sexual abuse: a review of research de los investigadores Browne y Finkelhor, publicada en Psychological Bulletin en 1986, el conjunto de síntomas aceptados para tipificar los efectos del abuso sexual con los niños comprende:
• Miedo: reacción inicial más común. Es necesario prestarle mayor atención a niños que expresan miedo o ansiedad extrema. 
• Incapacidad de confiar: debido a la traición que el niño ha sufrido por parte de un adulto, el niño está seriamente limitado para volver a confiar. Esta traición puede afectar sus relaciones futuras de diversas formas.
• Cólera y hostilidad: el menor rara vez puede canalizar su cólera con el agresor, así que la dirige hacia los demás, sin embargo, en casos en donde el abuso lo produjo una persona fuera del entorno familiar, puede tener la oportunidad de expresar su cólera o enojo hacia el agresor.
• Conducta sexual inapropiada: los niños víctimas de abuso sexual pueden tratar de mostrar o decir a los demás lo que les hicieron haciéndolo o actuándolo en público.
• Depresión: dada la imposibilidad de expresar el enojo sobre lo que les han hecho, el niño puede llegar a la depresión clínica, mostrando signos de restricción emocional, de afecto plano o inexistente, entre otros.
• Culpa o vergüenza: puesto que los niños son por naturaleza egocéntricos pueden asumir erróneamente la responsabilidad de lo sucedido.
• Problemas en la escuela: repentino descenso del desempeño del menor en la escuela, sin embargo, no siempre es así, puesto que el menor puede encontrar cierta seguridad en la estructura del entorno escolar.
• Problemas somáticos: los menores que han sido sexualmente agredidos pueden interiorizar el trauma y pueden mostrar diversos síntomas como dolores de cabeza o de estómago sin ninguna causa orgánica.
• Problemas para dormir: frecuentemente sufren de dificultad para dormir, terror a dormir solos, pesadillas o incluso terrores nocturnos.
• Problemas con la comida: un repentino aumento o descenso del apetito o el atesoramiento de alimentos.
• Conducta fóbica o evasiva: pueden desarrollar diferentes fobias o terror al ir a la escuela o hacia alguien que tenga un parecido al agresor.
• Conducta autodestructiva o tendencia hacia los accidentes: estos pueden ser salidas para los sentimientos de culpa o vergüenza del menor. Muchos niños se sienten devaluados o dañados y su conducta adquiere esta forma.
• Conducta de escape: los niños más grandes o adolescentes pueden intentar sobreponerse a esta situación escapando de casa.
NEGACIÓN POR PARTE DE LOS PADRES
Muchos padres tienden a subestimar la profundidad del trauma psicológico que resulta de una agresión sexual. La subestimación probablemente provenga del deseo de que este hecho nunca hubiera pasado o de la culpa o vergüenza que pueden sentir ellos ante lo ocurrido.
Esta manera de los padres de percibir las cosas puede hacerles pensar que su hijo o hija no necesita tratamiento porque no ha sido dañado por la agresión. También los padres pueden pensar que ellos mismos pueden “resolver” la situación, esto les permite mantenerlo en privado y escudarse respecto a la gravedad del trauma. Es así como un deseo fantasioso por parte de los padres puede impedir que el menor reciba la atención y el tratamiento adecuado y a tiempo.
Otra forma de negación por parte de los padres que suele ocurrir es pensar que el menor olvidará lo ocurrido, de esta manera le dan mensajes indirectos o muy directos: “olvida lo ocurrido”, “no hables más del tema” o “sácalo de tu cabeza”. Esta actitud, tal vez con buena intención pero equivocada, puede ser la base de conflictos futuros más serios, ya que el niño no puede simplemente olvidar lo que pasó, al contrario, la actitud de los padres, de “no hablemos del asunto”, pueden provocar que el menor se avergüence de lo sucedido y puede entonces asumir que él es culpable de algo realmente malo, cuando es todo lo contrario.
Debido a esta actitud silenciadora por parte de los padres, los adultos que sufrieron algún tipo de abuso sexual infantil tiende a sentirse o percibirse como personas “sin valor”, “malos” o “cochinos”.
ADULTOS SOBREVIVIENTES DE ABUSO INFANTIL
Por lo general, a los adultos que fueron víctimas de alguna agresión sexual en la infancia se les dificultará entablar relaciones, ya que carecen de piezas fundamentales necesarias para construir relaciones de amistad o pareja sanas.
Los adultos que fueron víctimas de abuso sexual en la infancia pueden de alguna forma colocar a sus parejas en el papel del agresor original. Pueden escoger gente abusiva como pareja, o apresurarse con relaciones amorosas con las fantasías de que esta vez la persona amada hará desaparecer todos sus problemas, un adulto abusado sexualmente en su infancia puede sentirse traicionado o engañado cuando esto no sucede, estas conductas de dependencia pueden provocar que las posibles parejas se alejen y esto provocará en ellos el sentimiento de que fueron utilizados y que se aprovecharon de ellos nuevamente.
La prevención siempre será la mejor herramienta, escuchar, observar, entender y confiar en lo que puede expresar verbal o no verbalmente un niño es de suma importancia. No juzgar ninguna conducta del infante sin antes tratar de entender o investigar el trasfondo, y lo más importante, hacer algo, buscar al especialista y por supuesto denunciar el abuso.
https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1200020.un-doloroso-silencio.html

Correo-e: psic.paulinahc@gmail.com

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