sábado, 3 de diciembre de 2016

Qué hacer y qué no frente a un niño abusado

Uno de los expertos que más ha trabajado en la elaboración de herramientas para detectar, prevenir, combatir y reparar los abusos a los niños es Alejandro Castro Santander. Reconocido en el país y en el exterior, autor de numerosos libros, este psicólogo porteño radicado definitivamente en Mendoza viene aportando elementos a la sociedad, pero también a la Dirección General de Escuelas para que se trabaje con seriedad en el tema. 
Lamentablemente, las conclusiones que deja el caso de los abusos en el instituto Antonio Próvolo dan cuenta de que las estructuras de control no lo han aprovechado.

Libro castro

Sin embargo, nunca es tarde para empezar. Así como empiezan a destaparse numerosos casos de abuso y maltrato a raíz de que algunos se animaron a denunciarlo, también es momento de que las autoridades admitan las responsabilidades que les tocan y cambien a los equipos que no funcionaron.
Aquí, MDZ ha querido rescatar de uno de los libros más específicos de Castro Santander las herramientas de detección de este tipo de casos. Está en el trabajo titulado "Gestión escolar del maltrato y el abuso infantil. Familia, escuela y entorno", editado por la editorial Homo Sapiens.

Allí, Castro Santander puntualiza sobre los casos concretos del "maltrato y discapacidad":

 "La exclusión y la discriminación contra los niños y niñas con discapacidad les hacen desmedidamente vulnerables a la violencia, al abandono y a los malos tratos." UNICEF, 2013.  
 Los niños y adultos con discapacidad a menudo encuentran numerosos obstáculos físicos, sociales y medioambientales que impiden su plena participación en la sociedad, entorpeciendo su acceso a la atención sanitaria, la educación y los distintos servicios de apoyo. Se cree también que son más vulnerables a padecer violencia que sus compañeros no discapacitados. 
Equipos de investigación de la Universidad John Moores de Liverpool y de la OMS (2012) practicaron un análisis sistemático de los estudios existentes sobre violencia contra los niños de hasta 18 años con discapacidad. Se tuvieron en cuenta 17 trabajos que incluyeron a más de 18 mil niños de países de altos ingresos, y las estimaciones sobre la prevalencia de la violencia contra los niños con discapacidad fueron de un 26,7% para las modalidades combinadas de violencia, de un 20,4% para la violencia física, y de un 13,7% para la violencia sexual.  
 Los niños con discapacidad presentaban mayor riesgo de experimentar violencia que sus compañeros no discapacitados, ya que son 3,7 veces más proclives a padecer modalidades combinadas de violencia, 3,6 veces más proclives a ser víctimas de violencia física y 2,9 veces más a padecer violencia sexual. 
El tipo de discapacidad parece afectar a la prevalencia y el riesgo de padecer violencia. Por ejemplo, los niños con discapacidades intelectuales presentaban 4,6 veces más probabilidades de ser víctimas de la violencia sexual que sus compañeros no discapacitados. 
Se pudo concluir a partir de este análisis, que la violencia es un problema grave que afecta a los niños con discapacidad y que son insuficientes los estudios sobre este problema en los países de ingresos medianos y bajos, que por lo general son los que presentan índices poblacionales de discapacidad más elevados. 
La obligación de atender a un niño con discapacidad puede suponer una carga extraordinaria para los padres, con lo que aumenta el riesgo de que sufra malos tratos, ya que: a) el ingreso a determinadas instituciones constituye un importante factor de riesgo de abuso sexual y físico; b) los niños y niñas que padecen discapacidades que afectan a la comunicación son vulnerables a los malos tratos, ya que las dificultades para expresarse pueden impedirles denunciar las experiencias de abuso. 

 El abuso sexual infantil (ASI)


Abusos portada 01

El abuso sexual en los niños, es considerado por las Naciones Unidas como "el crimen encubierto más extendido en la humanidad", ya que interrumpe, distorsiona y desorganiza su normal crecimiento. Al establecer contacto con una sexualidad adulta, el niño comienza a procesar la experiencia traumática, desviando y malogrando un adecuado desarrollo. Así, ante una evidencia o sospecha de ASI, la escuela debe intervenir inmediatamente:
porque es una situación constitutiva de delito porque el abuso sexual produce un intenso sufrimiento
porque puede tener graves consecuencias para los NNA que lo padecen
porque vulnera los derechos de los NNA
para evitar que el ASI se reitere y/o eventualmente afecte a otros niños 

 Mitos sobre el ASI 

es poco frecuente
se da entre los pobres y marginales 
en la actualidad se dan más casos de ASI
sólo lo padecen las niñas 
los abusadores son locos depravados
los niños son fantasiosos y cognitivamente incompetentes
los niños son responsables de que el abuso suceda y podrían evitarlo
los agresores son desconocidos que atacan y violan 
los abusos se dan con violencia física 
el abuso sexual intrafamiliar es un asunto del ámbito privado de la familia  
 Un estudio de la OMS (2006), indica que el impacto del abuso sexual en la infancia explica aproximadamente: 
- 6% de los casos de depresión, 
- 6% de los casos de abuso/dependencia del alcohol y las drogas, 
- 8% de los intentos de suicidio, 
- 10% de los casos de trastorno de pánico, 
- 27% de los casos de trastorno de estrés postraumático, comportamientos y factores de riesgo que pueden contribuir a algunas de las principales causas de muerte, enfermedad y discapacidad. 
 El ASI siempre produce efectos. La manifestación y la intensidad de éstos no es la misma en todos los casos, sino que depende de distintos factores: 
características del niño; 
forma del abuso; 
edad del niño al inicio de la situación abusiva; 
frecuencia y duración del abuso en el tiempo; 
tipo de vínculo o relación del niño con el abusador;
actitud de los adultos protectores; 
consecuencias a partir de descubrirse el abuso. 
El ASI siempre sucede en secreto, y los niños lo mantienen oculto por la presión y amenazas del abusador, hasta que transcurrido un tiempo puede salir a la luz, ya sea porque se rompe el silencio y la víctima habla, o bien porque los indicadores físicos, emocionales o conductuales se hacen visibles para el entorno: familia, maestros, pediatra, etc., y quien los ve no los niega o naturaliza. 
Las conductas frecuentes del niño abusado consigo mismo y con su entorno, pueden ser las siguientes: 
miedo por las amenazas recibidas del abusador 
culpa por no haber podido impedir el abuso y por las consecuencias que puede tener para él y su familia develar el secreto 
alteraciones de la identidad, al verse distorsionadas las creencias acerca de sí mismo. 
trastornos en la vinculación con adultos, ya que lo invade la desconfianza y altera los modos de acercamiento, ya sea a través de conductas evasivas o provocadoras. 

El rol de la escuela frente a los indicadores del ASI  

 En muchos casos, la escuela es el lugar donde el abuso se manifiesta, ya sea por la presencia de señales o por el relato del niño que lo denuncia. Tanto si la revelación de la situación de abuso la realiza el niño, como si son los padres o alguno de los padres, o un compañero quienes relatan lo sucedido, es necesario prestar especial atención al interés superior del niño como eje rector y al derecho a preservar su intimidad. 

A) Indicadores físicos del ASI:

Los indicadores físicos que pueden ser detectados por el docente, son aquellos que se evidencian a simple vista: 
Lesiones externas como moretones, contusiones o sangrado en los genitales externos.
Dolor o picor en la zona vaginal o anal. 
Ropa interior rasgada, manchada.
Dificultades para caminar y sentarse. 
Embarazo (especialmente al inicio de la adolescencia).  
 IMPORTANTE: el docente no debe revisar al niño. Si se identifican indicadores físicos o quejas físicas, la escuela debe requerir la presencia de personal médico, o realizar la derivación del niño al centro de salud más cercano. 
Es necesario saber que estos indicadores no cambian con la edad o etapas evolutivas (a excepción del embarazo). El hecho de descubrir uno solo de ellos debe considerarse como una señal altamente significativa. 
B) Indicadores emocionales del ASI: 
La mayoría de las veces el abuso sexual no deja marcas físicas, pero siempre produce daño psicológico y alteraciones de la conducta de mayor o menor relevancia e intensidad que pueden presentarse de forma inmediata, demoradas en el tiempo o pueden pasar desapercibidas.  

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