Todos, como sociedad, somos responsables de velar por el sano crecimiento de los niños y protegerlos del desvalimiento que el maltrato provoca, atendiendo al estado de anestesia emocional en la víctima que la sostienen en el silencio y en el dolor. Es indispensable promover el diálogo con los niños, alojarlos para impulsar los pedidos de ayuda, develar las situaciones de abuso y maltrato de las que puede estar siendo objeto y promover la defensa de sus derechos.
En situaciones de abuso, el niño permanece en un estado de indefensión y vulnerabilidad creciente, se ve obligado a instrumentar mecanismos psíquicos para sobrevivir. En estos intentos se perturban sus percepciones, la comprensión, sus interpretaciones. El niño necesita siempre un adulto protector que escuche, fortalezca y promueva su sano crecimiento. Las consecuencias del abuso en el niño limitan e interrumpen su desarrollo, sus capacidades lúdicas y de relación, promueven la sensación de desconfianza y de riesgo inminente. En todos los casos aumenta aún más su vulnerabilidad, quedando así expuestos a otras situaciones de violencia.
Quienes trabajamos en la evaluación y asistencia de esta problemática, advertimos que la población en la actualidad está más dispuesta a denunciar estas situaciones que han ocurrido desde siempre y el silencio es una condición necesaria para su continuidad. La sociedad hoy compele a la Justicia a intervenir más eficazmente para regular con firmeza el tratamiento y castigo de estos delitos y sus responsables.
Éste y otros casos nos obligan a promover mayor concientización sobre las situaciones de riesgo a las que los niños pueden estar expuestos y advertir en ellos cambios de conductas, indicadores no habituales o relatos explícitos de lo que pueda vincularse con una posible agresión sexual, para poder así recurrir a profesiones especializados.
Aquel adulto al que el niño le confíe su padecimiento más estigmatizante, tiene la enorme responsabilidad y al mismo tiempo la gran oportunidad - muchas veces única- de atender con atención ese relato, promover medidas de protección y reparación en ese niño para que se impongan la verdad, la justicia y el cuidado del niño.
Gisela Mariana Alonso es Psicóloga clínica, perito psicóloga - Especialista en Psicología Forense.
No hay comentarios:
Publicar un comentario