lunes, 29 de julio de 2019

Cuando las redes sociales son utilizadas para delinquir

Cuando las redes sociales son utilizadas para actos delictivos

Pedofilia en la red: Cuando las redes sociales son utilizadas para delinquir
por: LIC. CONSTANZA BONELLI

Lamentablemente la pornografía infantil en la web es un aberración que cuenta con gran cantidad de consumidores alrededor del mundo, y Argentina es uno de los países en los que mayor cantidad de usuarios hay.

La pedofilia tiene muchas variables dentro y fuera de internet. Existen numerosas organizaciones alrededor del mundo que intentan frenar este delito pero no resulta nada fácil. Detectar casos de abuso sexual infantil es una tarea difícil principalmente porque los abusadores realizan este delito cuidando ciertos aspectos de la situación para invisibilizarlo.

Cuando las redes sociales son utilizadas para actos delictivos
Dentro y fuera de la red podemos encontrar que el silencio es un eje que nos permite entender lo que sucede en los casos de abuso. El silencio de las víctimas es fundamental para que el abuso se lleve a cabo y se sostenga en el tiempo. Pero no sólo de este silencio depende, también del silencio de la sociedad que no “mira” adecuadamente, que no denuncia lo suficiente, que con su falta de mirada colabora con que este delito siga existiendo y cada vez tenga más seguidores en internet.

La pedofilia no siempre ha sido sancionada fuera de la ley. En la antigüedad estaba bien visto que niños varones de 14 años fueran entregados para satisfacer sexualmente a hombres poderosos de la sociedad, y existe hoy en algunos países la posibilidad de casarse legalmente con niñas menores de edad, incluso muy menores. Por lo que podemos ver que se trata de una cuestión, principalmente, cultural. Pero en la actualidad, en las sociedades occidentales, las relaciones sexuales entre mayores y menores está sancionada y es entendida como una acción claramente perversa.

Otro motivo que hace que esta patología sea tan compleja es que toca deseos inconscientes universales de dominación y poder sobre otros, lo que puede generar que la pedofilia sea un tema menos tratado de lo que debería ser.

Muchas veces los casos de abuso se dan dentro del entorno familiar, por adultos en los que el niño confía y de quien espera cuidados y protección. Frecuentemente suele llevarse a cabo mediante la seducción, lo que garantiza el silencio necesario para realizar el abuso. Así, los niños seducidos de este modo no pueden distinguir que se trata de un abuso, lo que facilita la situación para el abusador.

A lo largo de la historia se estima que la cantidad de abusos sexuales ha sido similar, sin embargo asistimos hoy a un conocimiento cada vez mayor de los casos de abuso sexual a menores. Se trata de un cambio socio-cultural que habilita, desde un pensamiento más libre, la palabra, la denuncia, permitiendo a las víctimas de abuso salir del calvario.

Hace pocas semanas se conoció el caso del pediatra pedófilo del Hospital Garraham. También pueden verse los dos capítulos documentales llamados “Leaving Neverland” en los que dos jóvenes relatan en primera persona una infancia de abusos sexuales recibidos por parte de Michael Jackson. Los casos de abuso en clubes de fútbol y en la Iglesia no son noticia nueva. Sin olvidar las redes de “Trata de blancas” que prostituyen a menores de edad. Casos diferentes pero iguales en el abuso sexual a menores. Cuando digo diferentes me refiero al modo del abuso y a la manera en que la sociedad reacciona a tales situaciones. En algunos casos parece haber una respuesta social inmediata de rechazo y castigo, y en otros puede observarse mayor dificultad para aceptar el delito.

Las víctimas de abuso sexual que han sido seducidas por sus abusadores, cargan con un sentimiento de culpa desde una idea equivocada de haber sido partícipes de la relación sexual con el adulto abusador, de haber disfrutado y provocado las escenas de abuso. Esto los deja en el silencio absoluto, en un secreto, que los mantiene en el lugar de víctimas mucho más allá de la concreción del abuso. Mientras callan sufren las consecuencias patológicas del abuso, que se manifiestan en una cantidad de síntomas diferentes, que les imposibilita una vida saludable.

Es muy frecuente que siendo padres, viendo a sus propios hijos cumplir la edad en que fueron abusados, puedan tener una nueva visión sobre lo que significa ser niño, seducido y abusado. Ultrajado por la invasión de la gratificación de los deseos perversos del abusador que arrasan con la infancia de las víctimas. Quedan confundidos por sus propios deseos infantiles hacia el adulto, a quien estiman, quieren y desean, pero de un modo infantil que no ha llegado a la genitalidad y son embestidos por la gratificación sexual del mayor abusador.

Al hablar, al denunciar, el secreto perturbador deja de ser íntimo, propio, y se convierte en un saber de muchos que dá otro sentido al abuso. Esto posibilita la elaboración de la historia particular de abuso sexual. La palabra cura y permite comprender la historia en una versión más saludable.

Uno de los modos de llegar al abuso o al acoso sexual en redes se conoce como grooming. Esta práctica puede darse de distintas maneras. Puede ser mediante el engaño y la seducción o por medio de la intimidación una vez que se ha obtenido información del menor. Para lograr este objetivo el acosador crea un perfil falso, o varios, simulando ser otro menor y por medio del engaño, de a poco y de un modo paciente, van creando una “amistad” entre los dos “menores”. Una vez que se ha creado la confianza, comienza a solicitarle al menor el envío de imágenes o videos con contenido sexual, que seducido y creyendo que se encuentra en una amistad con un par, accede al envío de las imágenes.

Una vez que esto ocurre, no sólo esas primeras imágenes son utilizadas por el acosador con un fin sexual personal, sino que puede compartirlas en la web y solicitarle mayor cantidad de imágenes. Si éste se negara, esas imágenes enviadas, son utilizadas como chantaje. Si no continúa satisfaciendo lo que el adulto le pide, lo amenaza con la difusión de las mismas, e incluso con enviarlas a sus familiares y conocidos de quienes obtuvo datos en la previa y paciente creación de “amistad”.

Esto puede darse también de un modo diferente, sin previa “amistad”, a partir del robo de información que el acosador puede hacer de imágenes del menor, de su vida privada, que también como chantaje puede utilizar para acosarlo. En ambos casos, desde el engaño o por medio de la intimidación puede generarse un encuentro con el fin del abuso sexual del menor. Se trata de una situación muy seria que merece ser conocida para poder brindarles a nuestros hijos las herramientas necesarias para defenderse de cualquier tipo de abuso.

A toda persona que haya sido abusada de cualquier forma hay que hacerle saber que puede hablar, que su denuncia sacará del plano privado, sacará del secreto, al abuso del cual es víctima, y que sepa que hoy existe un cambio social que habilita, tolera y contiene la denuncia cada vez más.

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