Este nuevo inmueble, "un espacio gigantesco" según Murillo, cuenta con las condiciones para atender la gran cantidad de denuncias por abusos sexuales a niñas, niños y adolescentes. "Nos llegan tantas solicitudes de personas que nos piden acompañamiento. Esta es la casa para las víctimas, que merecen encontrar un espacio para salir adelante", sostuvo.
El activista asegura que muchas veces la misma víctima es "silenciada por años" hasta que logra hablar, buscar reparación y acompañamiento. "Nosotros no decimos que guardan silencio, sino que son silenciadas por el agresor o por el contexto. Por eso, queremos crear las condiciones para que eso se rompa. Cuando uno comienza a hablar encuentra las facilidades de superación", aseguró.
Clave en ese proceso es la reciente promulgación de la ley que declara imprescriptibles los delitos sexuales contra menores de edad. Al respecto, Murillo subraya el "tema simbólico, en el que el país dice 'esto es inaceptable'. El tiempo jamás puede ser garantía para que una persona pueda seguir cometiendo abusos", agregando que "la reparación del trauma pasa por la justicia, porque parte de ese mismo trauma pasa por su falta, y por la traición” que implica el que el 95% de casos de abusos sean cometidos por personas cercanas, y que la clásica idea del "abusador que salta detrás de un matorral, sucede, pero es un porcentaje muy bajo".
Ante el aumento de denuncias en los casos de abusos sexuales infantiles, Murillo siente que "de repente abrimos una olla y nos dimos cuenta que había una realidad infinita" de personas que "no hacían la conexión entre el dolor psicológico y un evento traumático, y comenzaron todo un camino de autodestrucción". Por eso, enfatiza, "queremos poner las herramientas necesarias para que puedan entrar en este camino de reconstrucción interior".
El abuso sexual infantil, según Murillo, es algo que puede prevenirse creando "contextos de buen trato", en la familia o la comunidad escolar. "El buen trato previene el abuso porque lo hace evidente cuando ocurre. En comunidades abusivas o maltratadas el abuso no se ve", aseguró, al tiempo que dio una alerta respecto a que "la paranoia no protege, sino la confianza lúcida y comprometida. Es mucho más preventivo que el niño sepa que tiene un adulto de confianza que, como hacen muchos colegios, enseñarles herramientas de defensa personal".
También, insiste, es necesario que la sociedad siga hablando del tema. "Hay medios que hasta 2010 tenían prohibición de hablar de abusos para no incomodar a la Iglesia Católica. Eso se rompió". Es en esa institución donde Murillo dice que "ojalá los cambios no sean cosméticos, de trasladar o sacar obispos, porque se necesita una reforma estructural en la manera de tratar el poder, la jerarquía, el abuso de conciencia. El abuso sexual es una consecuencia más del abuso de poder".
Lo cual también ocurre dentro de familias o colegios. "Si a los niños, niñas y adolescentes los tratamos de manera abusiva, no nos sorprendamos tanto, no creamos que con programas de afectividad vamos a solucionar el problema", enfatizó.
Ante la pérdida de confianza en ciertas instituciones, como la misma Iglesia Católica, Murillo se cuestiona: "La pregunta no es por qué la gente ha perdido la confianza sino por qué las instituciones han perdido su confiabilidad. Si son poco confiables lo justo es perderla". En su fundación, asegura, "sabemos que lo que más destruye la confianza es la traición y su paradigma es el abuso, desde ahí queremos reconstruir la fibra".
Es por todo esto que la fundación que preside está en búsqueda activa de más socios. Murillo hace un llamado a volverse parte de ella, lo cual puede hacerse desde su sitio web.
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