martes, 30 de junio de 2009

LA CONDENA POR ABUSO SEXUAL INFANTIL


La foto que ilustra este artículo marca el inicio de una serie de abusos sexuales contra una menor que comenzaron en octubre de 2001 y finalizaron con la denuncia de la madre de la víctima en 2002 en la seccional 27 de Godoy Cruz.

El hombre, llamado Mario Rodríguez, era el novio de la madre de esa nena que aparece en la foto. El 28 de mayo de este año -siete años después de aquellos abusos- el caso llegó a juicio y el acusado fue condenado por la Séptima Cámara del Crimen a la pena de tres años en suspenso. No irá a prisión.

El ahora condenado (que tenía 48 años por entonces) aparece con la menor en Córdoba, donde él, su víctima, su novia y otro hijo de su novia, fueron de vacaciones en octubre de 2001.

Según la sentencia firmada por la jueza Gabriela Urciuolo, desde aquellas vacaciones en Córdoba hasta la denuncia final, en "al menos 30 oportunidades", Rodríguez abusó de la menor.

¿Qué era lo que hacía el hombre con la niña?, de acuerdo con la sentencia judicial número 2810, "mientras el acusado permanecía en la cama y su novia bajaba para hacer los desayunos, llamaba a la hija de ésta, de ocho años, la sentaba encima de él, le colocaba el pene en la cola y también le pedía que se lo succionara; episodios que la niña soportó aproximadamente en 30 oportunidades".

El juicio

El día del debate, el acusado llegó acompañado de su abogada, la defensora oficial Ana Granados, y se abstuvo de declarar: "También solicitó un juicio abreviado al que yo me opuse", indicó la madre de la víctima a este diario.

Quienes sí declararon fueron madre e hija. La víctima hoy es una adolescente de 15 años y les manifestó a la magistrada y a la fiscal de Cámara, Susana García, que estaba "un poco harta" de contar lo mismo ya que durante años, en testimonios de Cámara Gesell, y ante psicólogos y psiquiatras tuvo que rememorar una y otra vez esos abusos para volverlo a hacer ahora, siete años después. Además, a la víctima le intimidaba la presencia de su abusador en la sala de debates.
Igual, a la ahora adolescente no le quedó más que hacer memoria y relatar los hechos tal como lo había hecho cuando era una niña.

Siempre de acuerdo con lo que dicen los fundamentos de la sentencia, la niña no estaba en condiciones de explicar qué era lo que le hacía el novio de su madre, pero "sospechaba que no estaba bien", aún con la cabeza de una nena de tan corta edad. "Cómo puede estar mal (lo que le hacía Rodríguez), si es una persona que me quiere", les explicaba a los psicólogos que la interrogaban por orden judicial.

En el juicio, su madre declaró en calidad de testigo y contó de qué modo se había enterado de que su novio abusaba de su pequeña hija.

"Me lo dijo mi ex marido; ella (por la hija de ambos) se lo había contado ya que él siempre les decía a mis hijos que le contaran si mi novio les hacía algo que ellos consideraran como extraño. Bueno, mi hija consideró extraño el extraño modo en que mi novio le demostraba afecto; pero a mi ella no me decía nada, cuando le mostré la foto sí habló".

La mujer también dejó en claro que los trastornos psicológicos que su ex pareja dejó en su hija con sus abusos, le valieron a la menor "varios tratamientos en los hospitales Pereyra y El Sauce".

No hablaba

En el relato de la víctima, se lee que ella (cuando era una niña) "no quería hablar de lo que pasaba porque notaba que su madre se llevaba bien con su novio y que éste (por Rodríguez) se portaba bien con ella a los ojos de los demás y hasta la ayudaba en las tareas de la escuela".

Lo que no decía la menor a su madre pero sí a su padre era lo pesado y denso que se ponía el novio de su mamá cuando le pedía que "le chupara el miembro como si fuera un chupetín", tal como se lee en la página 3 de los fundamentos del fallo judicial.

Durante el debate quedaron acreditados los abusos y se llegó a la conclusión de que la menor no fue penetrada por el novio de su madre. En los estudios realizados por médicos forenses se detectaron lesiones anales como si el acusado hubiera intentado la penetración, pero eso es "algo que no ocurrió".

Asimismo, también quedó acreditado que los abusos comenzaron en Córdoba y que siguieron en la casa de la víctima en Godoy Cruz y que ocurrían cada tanto, ya que "el acusado no se quedaba a dormir permanentemente en la vivienda de su novia sino que lo hacía de manera circunstancial".

Esta situación, la de ser un novio con casa propia, favoreció a Rodríguez a la hora de quitarle el agravamiento a su imputación ya que el hecho de no vivir bajo el mismo techo, "y demostrándose que el acusado se quedaba a dormir sólo ocasionalmente, hace que no corresponda la figura agravante en este delito", tal como escribió la jueza Urciuolo en sus considerandos.

Una vez terminado el debate, Rodríguez respiró aliviado: si bien había sido condenado no iría a prisión. Del lado de las víctimas el sabor fue amargo. A la madre de la menor abusada sólo le quedaban fotos de aquellas vacaciones en Córdoba como un mal recuerdo. Pero antes de tirarlas pasó por los medios de prensa, "para advertir a las posibles víctimas de lo que puede ser capaz de hacer lo que en apariencia es un buen hombre".

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