El síndrome de Estocolmo describe una reacción inducida por el estrés o el terror cuando las víctimas que han sido tomadas como rehenes desarrollan un lazo emocional y un sentido de lealtad con sus captores. Este síndrome es común cuando los rehenes perciben rechazo y falta del apoyo esperado durante y después de su victimización, especialmente si las negociaciones para su liberación se retrasan y se prolongan. El síndrome de Estocolmo también describe el comportamiento de las víctimas después del que el incidente ha terminado, cuando ellos pueden abrazar a sus captores y suplicar por un trato indulgente.
Los sobrevivientes de abuso sexual, como los rehenes, pueden formar lazos emocionales con sus abusadores. Este vínculo podría significar que el sobreviviente mantenga en secreto el abuso por lealtad al agresor y que incluso, protectoramente, salga en defensa de su abusador. No es poco común entre los sobrevivientes de abuso sexual infantil mostrar un mayor grado de apego al padre abusivo que al padre no abusivo. Estos sobrevivientes también encuentran más fácil sentirse enfurecidos contra el padre no abusivo por haber fallado en proteger adecuadamente al hijo más que contra el padre abusivo por cometer los actos deleznables.
Los sobrevivientes necesitan saber que éstas son reacciones naturales hacia los efectos devastadores del abuso sexual en el que su sentido de autoestima e independencia fue destruido, no recibieron la protección adecuada y fueron forzados a confiar en sus agresores. Algunos sobrevivientes se engañan a sí mismos haciéndose creer que sus abusadores realmente se interesan en ellos y que tienen los mejores intereses en el corazón. Los sobrevivientes necesitan perdonarse a sí mismos por cualquier sensación de culpa o por auto-inculparse que perdura, sintiendo compasión por sí mismos en lugar de sentirla por el agresor.
Las parejas del sobreviviente le pueden ayudar a través de conservar un punto de vista consistente de la experiencia abusiva con la responsabilidad por el abuso directamente en el abusador. El sobreviviente no es culpa por la situación y no es culpa por desarrollar un vínculo con el agresor. Esta, como otras habilidades de supervivencia, fue necesaria para el sobreviviente para vivir a pesar de la experiencia. Condolerse por el sobreviviente, no por el agresor. Los sobrevivientes tienen dificultad suficiente para sentir compasión por sí mismos y necesitan reforzamiento para realizar esta difícil tarea. No hay compasión suficiente disponible en esta etapa para satisfacer las necesidades del sobreviviente y todavía dejar un poco para el agresor. En todo caso, la compasión por el agresor vendría después, si fuera posible.
Tomado de Ghosts in the bedroom [Fantasmas en la habitación. Una guía para parejas de sobrevivientes de incesto] por Ken Graber.
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